En junio del 2017, hace exactamente un año, tuve la dicha de conocer Xcaret desde otra perspectiva, no fui al parque para divertirme o algo parecido sino más bien a trabajar. Para esas fechas yo era la encargada de las notas de la sección de sociales en una revista, así que nos mandaron a un compañero y a mí a cubrir un evento que tendría lugar justamente en Xcaret. Ese día estuvo lloviendo desde la mañana hasta la tarde, tanto en Cancún como en Playa del Carmen, sinceramente yo no quería asistir pero ya me había comprometido y había que cumplir.
El evento tenía un nombre bastante largo pero sus temas principales fueron la sustentabilidad ambiental y la responsabilidad social; fueron temas bastante interesantes y he de reconocer que se explicó de manera clara los objetivos pero también se mostraron los avances y los logros que esta empresa tiene con el ambiente y con sus colaboradores. Cuando el evento terminó, vino la parte feliz, la comida. Pusieron 4 meses largas con muchísima comida, lo cual al verlo fue emocionante, ya que estaba despierta desde las 5 de la mañana y solo me tomé un café y comí un pan antes de salir y ya eran las 10 de la mañana, así que esa invitación era imposible de rechazar.
En las mesas había de todo lo que se puedan imaginar; fruta y de todo tipo, pan y de todos los panes, jugos y aguas de todos los sabores, galletas, snacks y mucha comida que no alcanzaban las 4 mesas para todo lo que había en ellas. Ustedes pensarán que probé y agarré un poco de todo pero he de decirles que les fallé amigos y ahora les contaré por qué.
Cuando nos dieron luz verde para comer yo agarré un snack que tenía atún y un vasito con juguito de naranja, bastante delicioso por cierto, me senté con mi compañero (el cual se encontraba a un lado de la primera mesa) a comer y al mismo tiempo platicábamos del evento y de lo que se habló. A mi compañero se le acabó el sándwich que comía así que fue por más y yo me quedé sentada; por unos 30 segundos mientras masticaba pero también veía la mesa repleta de comida, pensé que les debió costar mucho esfuerzo al personal de cocina haber hecho toda esa obra de arte. La comida estaba perfectamente ordenada, la fruta muy bien picada, las bebidas estaban en su punto y realmente todo lo que había en las mesas estaba muy rico. Además, las personas que te servían eran muy amables y serviciales, por supuesto que me dieron ganas de mínimo dejarle una propina al chico que me atendió durante todo el desayuno pero mi compañero me dijo que no se les permitía agarrarle dinero a nadie.
Me acerqué al chico que nos atendió y le pregunté que si no se le antojaba agarrar algo, él me dijo que no y que aunque así fuera no se les permitía comer de la comida de los invitados, aunque también dijo que de todos modos no nos íbamos a comer todo, así que ellos podían comer de ello después; me dio mucha tranquilidad saber que aunque sea después podrían disfrutar de lo que todos comíamos. También le pregunté desde que hora estaba ahí y cuánto tiempo les había llevado montar todo, me dijo que él estaba desde las 5 de la mañana y que les llevó aproximadamente 3 o 4 horas hacer la comida y ordenarla en las mesas. La verdad es que quería seguirle preguntando más cosas pero me daba miedo que lo regañaran por andar hablando con los invitados así que solo tomé un pan que estaba cerca de él, le di las gracias y me senté, así que por quedarme platicando con el chico es que el tiempo se me fue y no agarré más que un pan.
Esto me llevó a pensar que muchas veces no le damos la importancia debida a las personas y a su trabajo, ¿Cuántas ves no hemos ido a un evento y se nos ha tratado y servido excelente? Y nunca nos hemos preguntado ¿cuánto tiempo le llevo darnos esa buena presentación? ¿Desde que hora empezó a trabajar? Si se le está pagando bien por tratarnos bien e incluso si ya comió.
Considero que todo trabajo es valioso y deberíamos valorarlo, ya sea dejando una pequeña propina, dar un buen comentario sobre tal servicio o simplemente comportándonos como gente educada que dice: gracias y por favor; créanme que eso lo va a valorar mucho una persona porque al final de cuentas que reconozcan tu esfuerzo es el mejor pago.